Cuando la realidad me rebasa,
Mi mente se eleva en la profundidad
del deseo.
Dejo de ser, comienzo a sentir.
Sin ser lo que veo,
Me convierto en lo que Imagino.
Pero, ¿será real?
Si el dogma, (aclaro: dios) se materializa
en la devoción del feligrés,
el sueño se materializa en la mujer.
Aquella música que embeleza mis oídos
y ensancha mi imaginación. Re-crea mi deseo.
¿Existirá? No lo sé.
Pero me lleva por el universo de lo imaginable,
Por una gran nube de ansiedad, de nerviosismo,
y así, extasiado de su divinidad, la veo,
bella, cautelosa, fina, inteligente.
Es cuando la Historia se inclina ante su belleza,
Y dios se desecha en el dogma.
Derrotado, le sede su lugar.
Y al final, la realidad regresa.
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