René Valdés (2010)
Acto I:
(A mi fantasma)
(Anoche no pude dormir pensando en tu sueño)
Hola, ¿qué me cuentas?
¿Sólo sonríes sin decir nada?.
Eres aquél fantasma que perturbaría mi realidad, mi vida.
¡No seas así, déjame en paz!
¿Qué harás? ¿Destrozar mi corazón?
Si lo haz hecho pedazos ya,
¿no te remuerde la conciencia?
Me heriste ¿sabes? Y hoy me buscas.
¿Qué quieres? Vete.
Me levanto rechazándote
y tu sombra me sigue como aquel ayer
en que deseaba vivir en ti, morir por ti.
Me sigue a donde voy, a tomar café, a respirar el anochecer,
A escuchar Jazz, aquel barroquismo que alimenta mi locura.
(¡Bolling me está matando!).
Tú sigues ahí, quieta, apacible,
Mirándome con dulzura, con lástima y a la vez con desprecio.
¡No me mires así, te los suplico!
Mis entrañas se cansaron de sangrar.
Sigues mirándome. No sé qué hacer.
Morir sería lo más fácil y lo más cobarde.
¿Te vas? ¡es tu costumbre!, sólo dices “adiós”
sin un gesto de piedad.
Acto II:
(A mi fantasía)
¿Te cuento mi sueño?
Anoche se esfumó el fantasma en mi cabeza.
Esa pequeña voz dulce que amainaba mi tranquilidad.
No pude conciliar el sueño
por el temor de verla en mi cabecera.
Pero mi sorpresa es que no era mi fantasma,
eras tú.
Un sueño, mi sueño,
que pedía bailar un vals,
ese vals cadente con el que Silvio soñó.
Y ahora estás ahí.
Me llenas de tranquilidad ¿sabes?
Comprendo que sólo existe el hoy
que muere a cada instante para dar vida
a un mejor momento.
Pero ¡cuéntame!. ¿Cómo estás?
Te noto tranquila, esbelta, segura.
Volteas tu mirada hacia mi. ¡No sé!
No la puedo interpretar,
se lo dejaré al tiempo
que es más sabio que yo.
Mi herida está sanada ¿puedes ver?
disculpa si desnudo mi alma frente a ti.
Puede parecer muy atrevido,
pero no lo sé hacer de otra manera.
Me vuelves a mirar con esos ojos
misteriosos e indescifrables.
Estoy tranquilo. ¿Qué harás?
Se respira silencio,
ese misterio impertinente
que invita al espíritu a seguir luchando.
No hay duda, lo haré.
No hay comentarios:
Publicar un comentario